El sábado es el día en que experimentamos la esperanza, «nosotros esperábamos… «, decían los discípulos de Emaús.

El Sábado Santo está en el corazón mismo del Triduo Pascual. Entre la muerte del viernes y la resurrección del domingo miramos el sepulcro vacío y nos estremecemos al contemplar, en el misterio de la Pascua de Jesús: muerto, sepultado y resucitado.

«…se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo…se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, es decir conociese el estado de muerte, el estado de separación entre su alma y su cuerpo, durante el tiempo comprendido entre el momento en que Él expiró en la cruz y el momento en que resucitó. Este estado de Cristo muerto es el misterio del sepulcro y del descenso a los infiernos.

¡Aleluya¡, el mesías, el Señor de la vida está con nosotros… ¡ Aleluya ¡

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